Galletas Repanocha

En una cálida noche de verano en la Ciudad de México, Sofía, una talentosa pianista de jazz, estaba actuando en un club nocturno lleno de gente. Mientras interpretaba una versión conmovedora de "Bésame Mucho", su mirada se cruzó con la de un hombre elegante que estaba sentado en la mesa más cercana al escenario. Para su sorpresa, era Víctor Miguel, el legendario cantante.

Después del concierto, Víctor Miguel se acercó a Sofía para felicitarla por su increíble actuación. A medida que conversaban, descubrieron una conexión instantánea a través de su amor compartido por la música y el arte. Víctor Miguel elogió la habilidad de Sofía en el piano y la invitó a colaborar en un proyecto musical conjunto.

En las semanas siguientes, Sofía y Víctor Miguel pasaron horas en el estudio, perfeccionando arreglos y fusionando sus estilos musicales únicos. Juntos, crearon una versión mágica de "Distancia sin ti", que capturaba la pasión y la emoción de su conexión.

A medida que su amistad se profundizaba, Sofía y Víctor Miguel compartían momentos íntimos, desde largas conversaciones sobre música hasta paseos nocturnos por las calles de la ciudad. A pesar de las presiones de sus carreras, encontraban consuelo y alegría el uno en el otro.

Sin embargo, la vida de Víctor Miguel estaba marcada por la fama y la atención constante de los medios. Sofía luchaba por adaptarse a este nuevo mundo de glamour y escrutinio público, pero encontraba fuerza en la relación que compartía con Víctor Miguel.

A medida que su colaboración musical llegaba a su fin, Sofía y Víctor Miguel se despidieron con melancolía, sabiendo que sus caminos podrían separarse en el futuro. Sin embargo, el tiempo que pasaron juntos les dejó recuerdos inolvidables y una conexión que perduraría a través de la distancia y el tiempo. Y cada vez que escuchaban la canción que habían creado juntos, recordaban el amor y la pasión que compartieron en aquellas noches mágicas en la Ciudad de México.

Las galletas Repanocha son un postre tradicional mexicano que combina los sabores deliciosos del piloncillo (panela) y la canela. Aquí os dejo la receta inspirada en está bonita historia ...
¡Vamos a la cocina! 
Ingredientes

200 gr. harina

100 gr. de azúcar o panela.

2 cucharaditas de canela molida

1 cucharadita de levadura en polvo

100 gr. mantequilla

1 huevo


Preparación

Pesar los ingredientes secos (harina, azúcar, canela, levadura) en un cuenco y mezclarlos bien. Añadir la mantequilla cortada en trozos pequeños. Con un tenedor o un “corta-mantequilla” triturar la mantequilla con la harina hasta que parezca un pan rallado grueso.

Una vez lograda una textura fina, se añade el huevo. Se amasa ligeramente y se liga la masa.
Se hace una bola y se envuelve en film transparente. Se deja reposar al menos media hora en la nevera, para que adquiera firmeza la mantequilla.


Extender la masa entre dos hojas de papel de horno. Con ello, evitamos que la masa se pegue a la encimera o al rodillo. Y la limpieza final será rápida y breve. La masa debe quedar muy fina, como de unos 3 milímetros de grosor. Se corta con un corta pastas. Estas galletas quedan especialmente bien con su forma tradicional rectangular, que puede hacerse con un buen cuchillo. En este caso utilicé un cortador rectangular de borde en ondas.


Salen unas 30 galletas, de 15 gramos aproximadamente cada una. Una vez cortadas, y mientras se calienta el horno, deben volver a refrigerarse. Cuanto más fría esté la mantequilla, más crujientes quedarán las galletas al cocerlas. Si se quiere, espolvorearlas con azúcar y canela antes de llevarlas al horno.


Calentar el horno a 180º. Hornear las galletas 12 minutos.


Dejar enfriar sobre una rejilla y guardar en un recipiente hermético para que permanezcan crujientes.

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